Es sabido que el desarrollo emocional de los niños depende de la calidad del vínculo con sus madres. Problemas de conducta tales como agresividad, retraimiento, rivalidad, celos y hasta problemas de aprendizaje, son síntomas de un apego inseguro que a larga tendrán consecuencias en la personalidad del futuro adulto. Los niños desde muy pequeños experimentan emociones que los adultos suelen calificar como negativas, ya que se manifiestan con cierta violencia, y por lo tanto suelen rechazarlas. De ahí la importancia del papel de la madre en su capacidad de contener tales emociones estableciendo con ello un apego seguro con cada uno de sus hijos. La doctora Martha Welch (2012) investigó los efectos que tiene el abrazo sostenido en el establecimiento de un vínculo profundo madre-hijo. En esta técnica, la madre y su hijo toman un tiempo para el abrazo y si la cercanía con la madre es resistida por el niño esto se debe a experiencias pasadas que el niño vivió como negativas en relación con ella y cuyas emociones se reactivan en ese momento. Entonces la madre deberá perseverar en sostenerlo con sus brazos, tolerando el rechazo y demostrando así que puede contener dichas emociones. Mientras la resistencia del niño va disminuyendo, va surgiendo a la vez una atmósfera de intimidad y cercanía en donde el niño sentirá que su madre lo contiene, a pesar de las dificultades. Aplicando esta técnica con regularidad, los niños aprenden que sus emociones serán contenidas por sus madres, la violencia ya no será necesaria, el apego será seguro y el vínculo íntimo y profundo. Dado que la relación con la madre es la base de las relaciones con los otros, el niño con un apego seguro establecerá a la larga relaciones sanas con los demás, será un adulto feliz y transmitirá el mismo patrón de apego con sus propios hijos.
Psict. Uzziel Rios
Referencias
Welch, M. G. (2012). El abrazo que calma y reconcilia. Editorial Pax.